Pensamientos breves (o no) de un europeo

domingo, 14 de febrero de 2010

Cine-ojo en Praga

Echad un vistazo a este experimento cinematográfico rodado en Praga, en la primavera de 2008. Se trata de un hito esencial para entender el movimiento Cine-ojo. En escena, el escritor experimental Rodión Románovich (Sebastopol, 1978) cruza el puente de Carlos en aparente armonía interior. Sin embargo, a la quinta o sexta relectura de esta pieza audiovisual, descubrimos que en realidad se trata de una representación de la zozobra vital en la que se hunde el artista, de su búsqueda insatisfecha y del hastío asfixiante que le enguye.

No se recomienda más de nueve visionados seguidos.

sábado, 13 de febrero de 2010

Pájaros

Hoy es sábado y me he pasado todo el día encerrado en casa repasando la gramática francesa para un examen que tengo el miércoles. Un planazo. El sábado... la jornada expansiva y de liberación con la que todo oficinista sueña durante la semana. Ha sido soporífero. Y es que, bien mirado, no hay otra manera de estudiar francés. Al menos en lo que a la gramática se refiere.

A media tarde me atasqué con el subjuntivo. Levanté la vista del libro y a través del ventanal del tejado alcancé a ver a lo lejos la silueta oscura de una manada de pájaros. Volaban sobre el fondo eternamente gris del cielo de Bruselas. Supuse que era una manada que migraba hacia climas más benignos y sentí algo parecido a una envidia inter-especies. Encontré los pájaros más interesantes que la gramática y me puse a observarlos. Parecían desorientados, confusos. Volaban en círculos sobre los tejados. Y cada vez había más pájaros.

Sea que el sábado estaba siendo verdaderamente soporífero, sea que el subjuntivo me pone cáustico, por un momento tuve una inspiración y engendré la secreta esperanza de que se tratara del comienzo de una especie de plaga bíblica. Como los pájaros de Hitchcock, pero más a lo bestia. Modelo plagas de Egipto, a lo grande. Una buena plaga bíblica que nos sacudiera a todos, sí señor, y nos sacara de este sopor. Un cataclismo extraño que acabara no sólo con el sopor de este sábado pastoso y tristón, sino con el sopor de nuestra existencia tan ordenada y narcótica y nos sumiera en un caos renovador. ¡Oh, Dios, envíanos una buena plaga destructora y vivificante, a estas tus criaturas que nos arrastramos penosamente en esta existencia mediocre! Oh Dios. Estoy hablando solo. Arañando sombras para verte...


La verdad es que disfruté de la idea por unos instantes. Y luego volví al subjuntivo de las narices: que je rêve, que tu rêves, qu'il rêve...

sábado, 6 de febrero de 2010

Con sumo placer


Al poco de descender del avión, se fue a tomar dos güisquis en el café Isadora con un viejo amigo. Hablaron de la crisis que afecta a los demás y se reconocieron adormecidos en su trabajo seguro y por cuenta ajena.

Al día siguiente se despertó tarde, después de una noche de sueño irregular. Paseó sin melancolía por las calles del Madrid señorial, bajo un sol primaveral.

Fue a comer al Círculo de Bellas Artes con dos viejos amigos literatos. Rieron, polemizaron y se leyeron sus cuentos respectivos, atentos a las piernas de las lectoras de Babelia en otras mesas.

Por la tarde se paseó sin prisas por las galerías del Museo del Prado. Luego de una siesta, se reencontró con Irene, fueron al teatro María Guerrero a ver una obra de Tom Stoppard y después cenaron en un restaurante todo decorado de blanco. Tomaron luego un par de copas galantes y él le dijo al oído que al día siguiente quería desayunar con ella.

El día siguiente se reencontró en una Latina luminosa con una antigua novia, actriz. Se resumieron diez años cada uno en la comida. Volvieron a reír como entonces. Quedaron en volver a verse.

Antes de tomar el avión de vuelta tuvo tiempo de escuchar la confesión sentimental de un viejo amigo en un café madrileño de los de tertulia.

Oh, qué vida.