Pensamientos breves (o no) de un europeo

lunes, 25 de enero de 2010

Dos imágenes sobre los confines del mundo

En 2007 el alemán Werner Herzog produjo un documental titulado "Encounters at the end of the world". Me lo tragué ayer, con un par de valientes amigos, en las selectas salas del cine Flagey de Bruselas.

Uno no tiene muy claro si el documental trata sobra la aspereza de las condiciones de vida de los animales en el Antártico o sobre los extravagantes individuos que los estudian. Las imágenes de la pureza del Polo Sur son maravillosas, en particular las que Herzog graba en el agua, bajo una capa de hielo de varios metros (cuando se sumergen bajo el hielo de la Antártica los buceadores dicen que entran en "la catedral"). Pero sin duda lo mejor del documental son los personajes que aparecen retratados. Abundan mayormente científicos freaks y aventureros que han recorrido ya todo el mundo y no les queda dónde ir. Recuerdo también dos tipos curiosos, desubicados, un plomero cincuentón que dice ser descendiente de los reyes mayas y un joven botánico que era lingüista y que se fue al Polo Sur desengañado por el ritmo con el que desaparecen las lenguas de la tierra. Había también un científico solitario que había dedicado toda su vida a observar a los pingüinos, y que apenas era capaz de comunicarse con Herzog. Dice que entre los pingüinos hay prostitutas y triángulos amorosos. Me llamó la atención un mecánico del Este de Europa, de unos cincuenta años, que tenía siempre preparada la mochila para irse a cualquier parte del globo. Parece que tuvo una muy mala experiencia huyendo de alguna dictadura comunista del Este. Y en su mochila de veinte kilos (límite para no tener que facturar en el avión) guarda un kayak hinchable y un remo desmontable. ¿Para qué?

El Polo Sur es posiblemente el lugar más áspero del planeta, con un solo día y una sola noche al año. Una inmensidad gélida, inhabitable, alejada de toda humanidad. ¿Quién quiere vivir en semejante infierno helado? A un sitio así sólo van científicos muy solitarios y gentes que, como dice uno de los personajes, buscar ir más allá de los confines del mapa.

El documental da para mucho, pero me quedo con dos imágenes/ideas mentales.

La primera surge de un diálogo de Herzog con un científico-buceador. Un tipo canoso, quizá frisando los sesenta, que masculla taciturno la idea de dejar el oficio ("Ya he cumplido todos mis sueños", dice con tristeza). Habla de los pequeños seres que habitan en el silencio de las profundidades heladas de la Antártida. Si en la superficie la vida es casi imposible, uno se pregunta cómo algo puede vivir en condiciones tan extremas bajo ese agua. La fuerza de la vida es impresionante.

Junto a las paredes heladas de los glaciares vemos estrellas de mar tentaculosas y oscuros erizos que se mueven casi imperceptiblemente sobre una especie de limo helado. De cuando en cuando pasan flotando medusas fantasmagóricas de formas imposibles. Me llaman la atención unos mejillones del tamaño de un puño, como las conchas de peregrino pero sin estrías, que se propulsan con una agilidad inusitada, abriéndose y cerrándose con gran velocidad. Parecen unas castañuelas desubicadas, buscando una danzaora bajo el agua antártica (¡toma imagen!).

Las imágenes son bellas y la paz que reina bajo el agua de los hielos sobrecoge. Y sin embargo la paz es sólo aparente. Se trata de seres absurdos y crueles. El buceador-científico dice que en el silencio que reina bajo el hielo esos seres luchan por devorarse unos a otros para sobrevivir. Es un lugar despiadado donde reina la crueldad.

Herzog dialoga con el abatido científico, que parece entender de pronto que ha malgastado su vida en la Antártida estudiando unos seres horribles y incapaces de compasión. Hablan de que la vida se originó en el agua y se desarrolló en ese ambiente hostil. La ameba de la que procede la vida terrestre no salió del agua por gusto, sino para sobrevivir; huía de la oscuridad caníbal de las profundidades marinas.

Procedemos, por tanto, del horror.

La imagen, aunque saturada de patetismo, no deja de ser cierta. Me tienta pensar que, en un lugar muy profundo de nosotros, quizá todavía existen resquicios de ese temor antiguo. Tal vez, en lo más hondo de nuestros sueños, sigue difusamente registrado el terror al acecho en la oscuridad de seres asesinos dispuestos a devorarnos en silencio.

No está mal, no está mal.

La segunda imagen-idea es más agradable. Es una bella idea expresada por uno de esos extraños habitantes de la Antártida. Se trata de un filósofo ruso completamente tolstoiano, que fue al Polo Sur buscando (o huyendo) de sabe Dios qué, y que se gana la vida manejando una grúa excavadora entre el barro del campamento base. Perora sobre qué es lo que puede mover a unos científicos freaks a desterrarse al fin del mundo. El hombre cita a un científico americano, no recuerdo el nombre, que viene a decir que los hombres somos los ojos por los que el universo se percibe a sí mismo, los oídos por los que escucha su armonía; somos la consciencia de la grandeza del universo.

Me gusta esa idea, sí. Es bella y cierta. No somos observadores ajenos al universo que nos rodea. Somos parte del universo que observamos. Compartimos el polvo de las estrellas.

Herzog. Muy interesante.

viernes, 22 de enero de 2010

Asociación de ideas: la señora Zizi y el gobierno de los ingenieros

Hoy he vuelto a ir al gimnasio, tributo que debo pagar periódicamente para sobrellevar con dignidad esta vida de oficinista.
He descubierto que me ocurre en el gimnasio una cosa rara: tengo asociaciones de ideas cuasi-clarividentes; como modestos ataques de hiperia, pongamos. Quizá es que el espectáculo de subseres hormonados musculándose me empuja a encierrarme en la introspección. O quizá es que me aburro.
El caso. La asociación de ideas de hoy surge de la foto de la portada de El País. Bajo el titular de una declaración demagógica de Zapatero (que nada tiene que ver con la cuestión), se ve en primerísimo plano la foto de doña Anna Zizi, una septuagenaria que ha sido rescatada con vida tras permanecer una semana atrapada bajo las ruinas de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Puerto Príncipe. La anciana, con el rostro sucio de los escombros que la retuvieron, cierra los ojos y abre la boca en un gesto desfallecido para beber un poco de agua, tras siete días de privación y sufrimiento. La imagen es sobrecogedora. El pie de foto titula el caso como "el rescate más milagroso". Al parecer la sacó de ahí un grupo de bomberos mejicanos conocidos como "los topos". Yo me imagino un grupo de mariachis bajitos pero corpulentos, con bigotones sudorosos y casco de bomberos mal puesto, la mar de simpáticos, diciéndole cosas bonitas a la abuela haitiana y sacando un petacón de tequila para celebrarlo. Qué majos.
Pensé luego en la imagen del bombero castellano-leonés que sonreía con absoluta felicidad tras sacar de los escombros a un niño de dos o tres años, frente a la mirada desencajada del padre de la criatura. Los bomberos leoneses tienen pinta de ser buenas personas. Sobrios, de una pieza y con el corazón como una plaza de toros. Luego recordé la dramática historia de otro grupo de bomberos voluntarios que, estando a punto de sacar a un superviviente que agonizaba bajo las paredes de su casa, tuvieron que abandonarle a su suerte ante la insistencia de los escoltas de la ONU, unos canadienses mariquitas, que estaban asustados porque algunos lugareños se habían puesto nerviosos y estaban pegando tiros por la zona y había que evacuar. Pues vaya mierda de escolta.
"Oiga, y la asociación de ideas, para cuándo?".
A eso iba.
Ya en gallumbos en el vestuario, me puse a pensar sobre los motivos que mueven a esos grupos de bomberos voluntarios de Méjico, León, etc y porqué nos emociona tan profundamente el rescate de una persona sepultada en vida. Quizá no estamos tan insensibilizados y todavía nos angustia de una manera insuperable el desvalimiento de esas gentes, el horror de ese tipo de muerte, lenta y oscura, atrapado entre polvo y escombros. Supongo que por ese motivo, por compasión (padecer con), esos bomberos van al otro lado del mundo a remover escombros sin descanso.
Y sin embargo eso no es inteligente, no es eficaz.
No, no lo es. Lo eficaz hubiera sido gestionar de la manera más productiva los escasos recursos con que se contaba en Haití, al menos durante los primeros días. Esos grupillos de siete u ocho bomberos que viene de distintas partes del globo, sin organización ninguna, quizá salvarían más vidas atendiendo a los heridos, reestableciendo el orden y distribuyendo ayuda bajo la batuta de una dirección única. Si midieramos con la frialdad de una máquina calculadora el número de personas beneficiadas por la acción heróica de los rescatadores y el número de personas que se hubieran podido beneficiar de una acción menos gloriosa, pero mejor gestionada, seguro que los resultados serían apabullantes. Quizá se salvan más vidas en los hospitales que revolviendo los escombros en busca de supervivientes. De hecho creo que los rescatados en acciones heróicas son decenas, pero la gente que muere en los hospitales improvisados de Haití se cuentan por centenares. Y más serán los que morirán de dengue y tifus en breve.
"Bien, ¿y la asociación de ideas?"
Sosegad, que ahora viene. Resulta que cuando pensaba en esto recordé que ayer me dijeron que el 99% de los jerarcas del gobierno chino son ingenieros. Quizá no sea el 99% exactamente, pero supongo que hay algo de verdad en la exageración. Y creo que por eso el país anda así de bien. Vale, matizo: a lo mejor no tienen mucha libertad para cagarse en Mao, pero el PIB de China ha crecido en este año de crisis un 8,7%. Ese país nos va a devorar.


Supongo que parte de ese éxito radica en que al gobierno chino no le tiembla el bigote cuando hay que ordenar evacuar una ciudad de dos millones de habitantes para hacer una presa. O cuando decide convertirse en la fábrica del mundo. Seguro que, de haber encargado la gestión de la trageia de Haití a un jerarca chino, los topos y el bombero castellanoleonés habrían acabado poniendo vendas en un hospital o restableciendo el suministro de agua y energía. Y posiblemente se hubieran salvado más vidas en total.
Quizás... Pero entonces la abuela doña Anna Zizi hubiera tenido una muerte horrible entre las ruinas de la catedral. Y algo nos dice que eso no podía ser.
Entonces he recordado ese cuento del jinete que va cabalgando a toda prisa para prevenir a una ciudad de un desastre que se avecina y de camino se encuentra a un chico ahogándose en un lago. El jinete se enfrenta a un dilema: si se detiene para salvar al chico, corre el riesgo de no avisar a tiempo a la ciudad y muchos perecerán; si continúa su camino, el chico morirá. ¿Qué hacer? ¿Qué harías tú?
Los ingenieros del gobierno chino no lo dudan: el jinete debe continuar su camino y salvar mayor número de vidas.
El bombero castellanoleonés, los topos y sus colegas tampoco dudan: el jinete debe detenerse y salvar a la señora Zizi. Y luego ya se verá, coño.
Qué paradoja. Aunque puedan morir más, siento que esos bomberos hacen más bien a la Humanidad que la eficacia probada del gobierno chino.


Anna Zizi, víctima del terremoto que sacudió Haití, bebe agua el martes 19 de enero de 2010, en Puerto Príncipe. Imagen ofrecida por ACT Alliance. (Foto AP/ACT Alliance, Paul Jeffrey)Height (pixels): 394Width (pixels): 512Series ID: 13124f18-ba66-4567-abb8-5352018e1c7bPhoto ID: 13124f18-ba66-4567-abb8-5352018e1c7bAsset Type: PHOTOPrevious Photo ID:

martes, 19 de enero de 2010

Antipenélopes

Feria Internacional de Arte Volta, en Basilea (Suiza), Junio de 2008.
Se decían artistas. Y la gente hacía como si nada.
A ver quién es el guapo que les dice que eso no es arte.

lunes, 18 de enero de 2010

Asociación de ideas: la señora Nanuk en el gimnasio

Vengo del gimnasio. Necesito hacer deporte de cuando en cuando porque soy oficinista.

Reconozcámoslo: los gimnasios son caldo de cultivo de tipejos. Es el foro donde se congregan el mayor número de seres humanos ridículos por metro cuadrado.

Hablo de los hombres (por lo normal las mujeres que hay en mi gimnasio mantienen la dignidad, salvo cuando van a clases de cosas con nombres en inglés, tipo body pump, stretching o aerodance. ¿Cómo es que gente con título universitario puede someterse a las indicaciones idiotas de una monitora de inteligencia sub-humana?).

Bien mirado, no puede salir nada bueno de un gimnasio. Y es lógico: uno no va a esos sitios a cultivar la bondad, la dulzura o la delicadeza. Ahí la gente va a entrenar el cuerpo a base de repeticiones mecánicas de movimientos animales hasta la extenuación. Y eso fomenta la degeneración de los espíritus débiles. Cómo no va a ser así en un sitio donde sudar no es vergonzoso sino obligado, donde enanos musculados se pavonean alzando pesas frente al espejo, donde calvos de torax hipertrofiado levantan pesos imposibles con una concentración mística. Y nadie les dice nada. Y todo ello al son de machaconas repeticiones de ritmos carentes de cualquier melodía, belleza o armonía que vomitan sin tregua los altavoces. Y no hablo de lo que ocurre en los vestuarios porque aquello excede mi capacidad de descripción de lo cáustico.

Los vigoréxicos... Los vigoréxicos y los workaholics. Formas de masoquismo de lo más idiota propias de una sociedad saciada y un poco vacía.

"Oiga ¿y usted porqué va allí?". Pues porque fuera hace frío, leche.

Basta, no quería escribir de eso (aunque me he despachado a gusto). En realidad quería relatar una extraña asociación de ideas que ha venido a mi cabeza en el vestuario masculino, rodeado de gentuza musculada en calzoncillos. Mientras me quitaba los zapatos, el recuerdo en blanco y negro de algo conmovedor que ocurrió en 1922 me ha dejado suspenso por un momento. "Oiga - diréis mosqueados - ¿cómo puede usted recordar algo que pasó a principios del siglo XX? ¿Nos está tomando el pelo?". Pues no. Se trata de una escena del documental "Nanuk el esquimal", de Robert J. Flaherty. En ese documental, el primero de su género,se narra la durísima vida de una familia de esquimales (la de Nanuk) en un tiempo en que todavía no se habían inventado los anoraks, las estufillas electricas y las camisetas Damart Termolactil (supongo). Vi ese documental en la universidad, hace más de diez años, en 1998 ó 1999. El caso es que de pronto recordé la escena en que la familia se despierta en su iglú. Dormían todos apretadicos bajo montañas de mantas de piel de foca (con ese frío, a ver quién quiere intimidad). Nanuk se despereza tras una noche de tormenta helada y se prepara para ir de caza, a por la pitanza del día. Uno prevé un menú como de sopa de foca de primero, cocido de foca de segundo y mus de foca de postre. La cosa es que dentro del iglú - con el equipo de rodaje y todo - debía hacer un frío que congelaba los bigotes, pero fuera no te quiero ni contar. El caso es que vemos a Nanuk vestirse, como con serena resignación, y de pronto la mujer de Nanuk la emprende a mordiscos con las botas del marido. "Espera un poco cariño, que ahora te traigo una foca; no seas ansiosa. Que además estos señores nos están grabando..." le podría haber dicho Nanuk. Pero no, resulta que la mujer hacía eso para calentar las botas de Nanuk, que se habían congelado durante la noche...

No tengo palabras. Entre todos esos tipejos ridículos que se miraban los bíceps en el espejo del vestuario aquella imagen me golpeó con fuerza. Me quedé un rato mirando como me asomaba un dedo a través de un tomate colosal en mi calcetín. Pensaba en lo que la mujer de Nanuk hacía por su marido todas las mañanas. A menos 30 grados bajo cero, recién levantada, se metía en la boca las botas de su marido (supongo que éste sólo tendría un par que, por ende, estaría no poco sudado y grasuliento) y heladas como estaban las mordía hasta deshacer el hielo con su propia boca.

Y tengo el vago recuerdo - no se si esto lo pongo yo de mi cosecha - de que la mujer sonreía al hacerlo.



viernes, 15 de enero de 2010

Diosas, tumbas y sabios

Ayer vi a la hermosa Lisi (nombre evidentemente falso para encubrir la identidad de mi Beatrice actual). Me la encontré por la calle, tan bella. Cruzamos dos trivialidades, me mintió sin estilo: "quería haberte respondido al correo, pero como he estado resfriada no he podido…" (?) y luego nos separamos.

Pensaba en ella desde antes de navidad. Sin obsesiones, pensaba en ella, vaya. Jugaba con la idea de que ella y yo...
Y al verla ahora me ha parecido vulgar, común. No del montón, pero sin más. Otra mujer bella. Nada más.
Las diosas no pueden ser vulgares. Prefiero la imagen idílica que he ido creando en su ausencia.
Por tanto, renuncio para siempre a su trato. Se acabó. En mi fantasía amatoria (que no sexual) no hay cabida para mujeres de carne y hueso.

A no ser que te encuentre de nuevo, Lisi, y me vuelvas a encandilar con esos ojazos.

jueves, 14 de enero de 2010

Mundos posibles

Me gusta asumir roles muy distintos, mundos posibles.
Aquí me véis en un mitin defendiendo Extremadura como Estado socialista independiente.
Por qué no?

miércoles, 13 de enero de 2010

Por una mujer


A lo largo de su vida un hombre puede hacer muchas cosas ridículas. Esto sucede con mucha frecuencia cuando se trata de llamar la atención de una mujer. He aquí un ejemplo gráfico, y en la campiña francesa para más inri.
Ella estaba tras la cámara. El consuelo que me queda es que, en efecto, llamé su atención (un poco).

Susto matinal

Esta mañana me he llevado un gran susto al despertarme. Una pregunta terrible me ha dejado tieso sobre las sábanas cuando apagaba el despertador. "Para qué me levanto hoy?", me he dicho. Y buscando la respuesta en la oscuridad he sentido que me acercaba al borde de un abismo.

"Me levanto para ir a un sitio que no me gusta y gastar mi energía haciendo algo que carece de interés durante todo el día. Y al acabar la jornada volveré a la cama para al día siguiente repetir el proceso en un bucle diabólico sin fin".

Por un momento el silencio de mi alcoba se ha hecho tan denso que me costaba respirar.

Como la cosa era tan terrible decidí que debía meditar seriamente sobre el tema y sacar conclusiones para una vida mejor. Retrasé veinte minutos la alarma del despertador.

No se alarmen. Esta clase de ataques de sinceridad innecesaria suelen asaltarme de cuando en cuando. Debe ser cosa de los treinta y tres.

Y he soñado que pescaba grandes peces en el río Sadar con mis hermanos una tarde de sol.

martes, 12 de enero de 2010

Palmadita en la espalda

Hoy mi jefe me ha dicho que he hecho un gran trabajo y que está muy contento. Posiblemente ha sobreactuado un poco aplicando técnicas avanzadísimas de human resources management, pero supongo que lo dice en serio y que es cierto. Esto sonará a mísero consuelo de oficinista, pero debo decir que me ha sentado muy bien. Es bueno que de cuando en cuando alguien nos palmee un poco en la espalda y nos diga: "bien hecho!". Y cuesta tan poco...

Como dijo ese otro, la cortesía es algo que, costando muy poco, vale mucho, y es una llave que nos abre fácilmente las voluntades de los demás.

"Bien hecho, jefe!"

lunes, 11 de enero de 2010

La paz del Punto y Coma

Hoy he ido al mediodía a comprar un libro a la librería punto y coma, en la rue Stevin de Bruselas, junto al monstruoso Berlaymont. En la calle hacía frío; menos dos grados. Qué gusto entrar en la librería. Qué paz en su interior. Qué silencio. He ojeado varios libros que desearía leer, pero que sé que nunca leería si llegara a comprarlos. Tenía que comprar un regalo para una política que no conozco y he optado por un tomo grueso con las 1.000 mejores poesías de la lengua castellana. Es políticamente neutro y nadie hace ascos a la poesía (al menos en público). Me ha emocionado encontrar la reedición de ese viejo libro que un día de mi adolescencia encontré escondido en una estantería recóndita de mi casa. Fue como encontrar un cofre del tesoro, con sus esquinas de papel desconchadas por el uso, que encerraba en su interior joyas bellísimas de poesía española de todos los tiempos.

Por entonces yo todavía creía que podía leer cuanto caía a mis manos. Ahora ya se que no.

30 eurazos, ya le puede gustar.

sábado, 9 de enero de 2010

La historia de la redención

Cenando en casa un pollo precocinado me he dado cuenta que la historia de la redención que nos enseñaron en el colegio es sencillamente absurda. Viene a ser algo asi: Dios creó a par de seres, Adán y Eva, porque se siente sólo en el cosmos y se dice a sí mismo, "qué demonios, ¿y porqué no?"; y agarra y al poco rato les pone una prueba que sabía que no iban a poder superar (lo sabía de antemano, Él es eterno).

Como fallan les condena a ellos y al resto de los hombres (aunque no tuvieron la oportuniad de pasar la prueba) a un sufrimiento horroroso (que es ser como son). Todo está muy feo pero luego parece que con el tiempo se apiada de esos seres desgraciados y para que "se salven" manda a su hijo, (que también es Dios, aunque es otra persona, pero no te confundas porque no hay dos Dioses, sino uno sólo, en fin chico, un lío, mejor no hurgues).

Pero resulta que el hijo se explica fatal porque no sólo no le entiende la mayoría de la gente sino que lo terminan matando. Menudo as de la comunicación. Pero no pasa nada porque sobrevive, y se vuelve al cielo, volando como un cohete. Allí va a su padre y le dice "misión cumplida, padre", pero todo sigue igual que antes.

Y resulta que en realidad de eso iba todo: que el hijo había venido a la tierra para que lo mataran, si ya lo sabía él, y de ese modo el padre se quedaba contentísimo y resarcido de la enorme ofensa que la primera pareja de seres humanos le había hecho, y además de la manera más tonta al comerse una manzana en una época en la que la gente podía ir por la calle en pelotas y a Dios le parecía muy bien.

Con lo listos que eran los romanos, con sus acueductos, sus calzadas, su senado, su derecho, el pedazo de imperio que montaron, y van un puñado de judíos, les venden una bola colosal, y ellos se la tragan.

Pues después de todo, tuvieron su mérito, los apóstoles. Vaya que sí.